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EL DIRECTOR HERAS-CASADO: SONIDO MÁGICO
Por supuesto, la música increíblemente audaz, oscura y etérea de Wagner —que está en las mejores manos con Pablo Heras-Casado— se impone por encima de todo lo demás. Con él, todo se desarrolla de manera completamente natural y orgánica; el sonido es suave y fluido, los tempi cambian de forma casi imperceptible. Heras-Casado evoca mezclas de color casi impresionistas con la famosa Orquesta del Festival de Bayreuth, solo para volver a entronizar el mundo del Grial con fuerza, pero sin patetismo paralizante. Heras-Casado también logra una coordinación perfecta y un equilibrio tonal con el poderoso coro del festival, ensayado por el nuevo director Thomas Eitler de Lint, incluyendo los coros de voces blancas compuestos para el Festspielhaus. Una victoria de la música sobre la avalancha de imágenes.
WDR
Pablo Heras-Casado solo necesitó 3 horas y 57 minutos para Parsifal, una de las versiones más breves. Sin embargo, su tempo no pareció apresurado, sino fluido, lo que favoreció especialmente la larga narración de Gurnemanz y el estilo de Zeppenfeld. El sonido de la orquesta fue transparente pero no áspero, una combinación de inteligencia musical y entusiasmo.
Pablo Heras-Casado – sacando el máximo provecho.
El preludio orquestal es apenas perceptible. No solo porque estos artilugios de «realidad aumentada» ahogan aún más lo esencial. También porque el «foso místico» de Bayreuth se traga casi todo de por sí. La orquesta se convierte en un extra en Bayreuth. Tapa sobre el foso, sonido sepultado. Wagner quería crear la ilusión del teatro, pero mató las sutilezas de la orquesta.
«No, no se puede construir un gran sonido en Bayreuth», confirma el director Pablo Heras-Casado. No cambió el volumen. El hecho de que la fuerza de la música solo surta efecto en el último acto quizá se deba a los hábitos de escucha. El español consigue sacar el máximo partido. «No puedes imaginar lo fuerte que suena en el foso de la orquesta.» Aun así, es una experiencia que resulta sobria, especialmente para los oídos vieneses.
El director Pablo Heras-Casado volvió a estar en el foso, y la orquesta del festival ofreció una música que fue un placer sagrado y convincente; me gustó muchísimo.