ABC: El Teatro Real estrena «Die Soldaten», una ópera que es «un abismo de brutalidad»

Cuando se habla de «Die Soldaten» («Los soldados»), se habla de una de las óperas más complejas de la historia del género. Baste decir que la Ópera de Colonia, que encargó su composición a Bernd Alois Zimmermann a mediados de los años cincuenta del pasado siglo, no la pudo estrenar cuando tenía previsto, y no consiguió ver la luz hasta 1965. Desde entonces solo se ha representado en un puñado de teatros, a pesar de que se trata, según dice Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, de «una de las óperas más importantes del siglo XX». Por eso no duda en calificar su estreno en España, en el coliseo que él dirige, como «un acontecimiento mayúsculo, y sin duda el momento álgido de esta temporada».

La complejidad de esta ópera, la única que escribió su autor, empieza en la plantilla orquestal que requiere la partitura: ciento veinte músicos -entre ellos, dieciocho percusionistas-. Además está escrita para dieciséis cantantes cantantes solistas y varios actores y bailarines. Exige el compositor igualmente que se presente con tres pantallas de cine, tres proyectores y grupos de altavoces en el escenario y en el auditorio. Y el coro, explica Pablo Heras-Casado, director musical de la producción que presenta el Teatro Real, tiene «una parte rítmica muy difícil, y además tiene una labor de percusión simultánea con el canto y con la actuación».

«Esta ópera es el reto más extremo, y lo digo después de mes y medio de ensayos muy intensos, al que cualquier músico se puede enfrentar», asegura Heras-Casado. El granadino también califica el estreno como «un acontecimiento histórico», y se refiere a «Die Soldaten» como «la obra más ambiciosa que uno se puede imaginar. Todo en ella es extremo y, en cierto modo, también utópico. Zimmermann quiso emplear todas las posibilidades imaginables e incluso inimaginables en su época».

Utiliza Pablo Heras-Casado una expresiva palabra para describir «Die Soldaten»: «descomunal». «Ya por sus dimensiones físicas es un auténtico desafío, pero también lo es el propio lenguaje de la ópera. Es un lenguaje serial, en el que la combinación armónica y melódica está delimitada por unas series que Zimmerman empleó de una forma muy radical y minuciosa. Solo descifrar la partitura en sus elementos rítmicos y melódicos supone un reto mayúsculo, y combinarlo con una textura orquestal masiva pero que se ha de delimitar al detalle es de una dificultad extrema, porque hay momentos en que la orquestación es muy violenta y otros en la que es muy lírica; equilibrar las fuerzas de casi ciento cincuenta artistas, que son los que están en escena, y mantenerlo durante las dos horas que dura la obra, es un reto descomunal». En cuanto a la forma, añade, «Zimmermann plantea la obra como un collage de formas y estilos». «Es una declaración de guerra -tercia Matabosch- a la concepción clásica del teatro:

Estrenar «Die Soldaten» supone un ejercicio para el Teatro Real que, dice Pablo Heras-Casado, «ha tenido que sacar músculo». El reto que hoy se convierte en realidad lo planteó en origen Calixto Bieito, responsable de la producción. «De las que se han hecho de esta ópera, ésta es sin duda la mejor», asegura Matabosch, que la define como «un espectáculo colosal».

Fue precisamente Calixto Bieito el que le planteó hace unos años a Joan Matabosch la posibilidad de montar «Die Soldaten». No le pareció que el teatro estuviera preparado para este reto; ahora -y en eso coincide Heras-Casado- el Teatro Real ya cuenta con la preparación suficiente para afrontar el reto. Y buena parte de la responsabilidad recae sobre la orquesta. Calixto Bieto, que también emplea la palabra acontecimiento para definir este estreno, ha encontrado una solución al problema físico que supone el elevado número de músicos, imposible de encajar en un foso normal. El director mirandés ha colocado a la orquesta en el escenario, en diversas plataformas elevadas sobre andamios amarillos, y los cantantes actúan en el espacio que habitualmente ocupa el foso, que se ha elevado para acoger la acción de la ópera. El director de orquesta da la espalda a la escena, y es seguido por los intérpretes a través de monitores. «La música -dice Bieito- es la protagonista de este espectáculo. Es una música que tritura a los personajes; la orquesta los arrastra hasta la extenuación. Los instrumentos son armas de fuego y las percusiones son cañones. La orquesta se convierte en un gran cuartel».

Al tiempo, Calixto Bieito busca provocar un efecto de primer plano al colocar a los cantantes mucho más cerca del público de lo que suelen estar en otros espectáculos operísticos. «De este modo la energía se concentra y no se pierde el hilo argumental como sí creo que ha ocurrido en otras puestas en escena de “Die Soldaten”» -en las que incluso se ha llegado a colocar a la orquesta en distintas salas de ensayo del teatro, y se ha llevado su sonido, amplificado, a la sala.

Se confiesa el director de escena un viejo enamorado de Jakob Michael Reinhold Lenz, escritor alemán del siglo XVII, en cuya novela homónima está basada la ópera de Zimmermann. «Hace años descubrí la ópera y acariciaba la idea de llevarla a escena». Habla, dice, «de que la brutalidad del ser humano es infinita. Es inimaginable nuestra capacidad para destruir. Si algo ha caracterizado al siglo XX desde un punto de vista negativo, ha sido que jamás hubo antes tal cantidad de horrores, aberraciones y maldades. Y Zimmermann, que lo conoció en primera persona -vivió en la Alemania nazi- lo refleja como nadie; esta ópera es un abismo de brutalidad».

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